El actuar de la inflación en distintos tiempos / The action of inflation at different times

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Este fenómeno últimamente suena de forma frecuente en Latinoamérica, muchos lo relacionan a los recientes cambios de sistemas políticos de algunos de los países que la conforman, pues la gestión gubernamental tiene mucho que ver con los cambios a nivel económico, por lo que se tiende a caer en el juego edénico de buscar culpables, pero… ¿Será solo el gobierno el responsable de que los precios cambien? ¿Será que es capaz de cambiar los precios a gusto? Pues… No exactamente. Para evitar un poco los tintes políticos es necesario dar una vuelta por la historia de la economía.

Durante el ejercicio de esta ciencia que estudia los procesos en los que se administran bienes y servicios con el fin de seguir un ciclo de satisfacción de necesidades, se ha descubierto que los procesos de oferta y demanda no son hijos nacidos en la era de la industrialización, sino que, desde hace mucho existe, solo que la moneda no era la misma y los procesos de intercambio tenían varias diferencias. El sistema más rudimentario a mencionar es el trueque, resumido en un canje de bienes que según el valor que se les asigne trata de ser lo más justo posible… O debería serlo, por ejemplo, un pan por un pescado, al menos en una época donde un pescador y un panadero querían beneficiarse. Curiosamente estos procesos no han dejado de existir y salen a relucir cuando la moneda nacional sufre una brutal devaluación, al punto que los ciudadanos pierden toda su confianza en ella y empiezan a invertir de formas distintas o a recurrir a monedas no nacionales, a pesar de que esto en un principio rozara la ilegalidad.

Por supuesto muchos intercambios antiguos parecerán injustos si no se considera el valor que se les tenía a ciertos bienes en la época, por ejemplo, si a día de hoy alguien tratara de cambiar 1kg de sal por 1kg de oro, este sería tildado de loco o de estafador, pues las diferencias de valor son abismales, sin embargo hubo un tiempo en el que preservar los alimentos era muchísimo más difícil. La sal era uno de los contados métodos que ayudaban, además de ser de los más eficaces. Por lo que la demanda de esta era bastante alta, al punto que igualaba su precio al oro. Incluso existían trabajos en los que pagaban con ella, de ahí la palabra “salario”, del latín “salarium” que significa pago de sal o en sal. Se observa entonces una manifestación de la oferta y demanda.

También existieron altas demandas en bienes que a día de hoy se consideran inútiles, nocivos para la salud o simplemente no rentables ante la existencia de opciones más accesibles, como por ejemplo el sudor de gladiador, que según creencias de su época servía de perfume afrodisiaco para las mujeres. Había una firme fe en que su olor las haría irresistibles a los hombres. Aunque se piensa que esta fe no era del todo una locura por algunos estudios sobre hormonas, lo cierto es que había métodos muchísimo más funcionales que se podrían haber usado.

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Con todo el avance, a día de hoy no debería existir demanda por artículos inútiles o nocivos, o al menos eso se pensaría a priori, pero se estaría olvidando la enorme influencia de las necesidades humanas en el flujo económico y el hecho de que estas necesidades no se limitan solo a comida y medicinas. Pues es bien sabido que encontrarse un escalón más elevado en condición social y económica, al punto que, esté bastante alto en la pirámide de Maslow, no significa que se está exento de sucumbir ante la carnalidad de los deseos propios, cuestión que lleva a decisiones de cuestionable nivel intelectual en cuanto a inversiones personales, pero, que, a fin de cuentas no dejan de ser personales, por lo que siempre y cuando no vulneren los derechos ajenos ni la legalidad, pues solo llegan a ser ejemplos de un poco de estupidez humana para algunos, un motivo de risas para otros y una excelente oportunidad para unos cuantos oportunistas a los que poco les interesa la moralidad.

Por ejemplo tenemos el caso de “Belle Delphine”, una productora de contenido en la red que hace un tiempo se dedicó a vender “agua de chica gamer”, que no era más que el agua de la tina en la que se había bañado. En principio se podría suponer que el negocio sería un fracaso, pero la cantidad de personas con extraños fetiches en internet es gigantesca, por lo que hasta se dio el lujo de ponerle el precio de 300 euros que son unos 351,17 dólares a día de hoy. Demostrando que en un mercado libre hasta el excremento se puede vender, solo hay que estudiar a los posibles compradores (empresas de fertilizantes por ejemplo), hacer buena publicidad dirigida a ellos y ser pacientes.

Y es que esta muchacha no hizo las cosas al azar, su vestimenta está basada en gran medida en los personajes de las populares series japonesas que cada vez ganan más terreno, por lo que los interesados no son únicamente adultos con una frustrada sexualidad. Algunos análisis indican que la enorme reducción del contacto social adecuado, causada por el frío y superficial contacto en la red, ha provocado un fuerte crecimiento en las desviaciones morales, punto crucial a tomar en cuenta ante este fenómeno económico.

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Regresando a la historia, en el audiovisual “El monstruo de la inflación”, cuando los protagonistas viajan al pasado, se observa nuevamente el efecto oferta y demanda, pero también un importante proceso, la cadena de suministros. Esencial en los cambios de precios, pues en el momento que el panadero sube el precio argumenta que la creciente demanda de pasteles le obliga a hacerlo pues su producción no da basto.

Alguno argumentaría que solo tiene que vender al mismo precio y cerrar cuando se acabe su mercancía y ya, pero no, esa creciente demanda no solo le afecta a él, sino que esa subida vino también motivada por la subida de la harina y de la leña, este último recurso podríamos posicionarlo como el primero de la cadena de suministros para la época.

Primero necesitarían la leña para posteriormente iniciar la creación de la harina que posteriormente sería entregada al panadero, por tanto, la subida de este recurso, ocasionaría un efecto bola de nieve que terminaría afectando a múltiples productores.

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Han existido diversos intentos por mantener estabilidad de precios y hasta ahora se ha notado que mientras más impositivo sea el estado sobre el mercado, peor son los resultados. Tenemos por ejemplo las políticas de “precios justos” en Venezuela, que intentaban marcar un estándar obligatorio de precios a todos los comerciantes, sin embargo, en muchos casos no se tomaba en cuenta el transporte, las pérdidas por productos dañados y la enorme demanda por causa de la creciente escasez de la época, que provocó kilométricas filas de personas que compraban a estos “precios justos” y revendían a más del doble, aprovechándose precisamente de la enorme demanda, la vieja táctica de vender pañuelos en tiempos de luto. Les llamaron “bachaqueros” en su tiempo, por su labor comparada a la de las hormigas en constante búsqueda de alimentos, dispuestos a lo que sea por conseguirlos. Aunque el término se popularizó tanto que fue usado no solo para los revendedores, sino también para aquellos que compraban para su consumo pero que igualmente, en muchos casos no les importaba caer en actitudes denigrantes solo por conseguir alimento, cuestión que para muchos no fue sorpresa, algunos basando sus argumentos en la pésima educación y otros en lo instintivo que se vuelve el ser humano cuando la satisfacción de las necesidades básicas se pone en riesgo.

¿Cuál habría sido la solución entonces?

Un posible plan funcional a seguir podría haberse basado en apoyar la producción nacional y dejar el juego edénico de echar la culpa y no responsabilizarse. Buscar estrategias útiles y designar trabajadores y supervisores competentes, reducir la enorme cantidad de intermediarios en las cadenas de suministro, dejar la dependencia idolátrica al petróleo y asignar unidades de seguridad que apoyen al resguardo del proceso productivo del sector primario, para así asegurar la reducción progresiva de la enorme demanda y reducir el crecimiento de la ya gigantesca deuda por importaciones y a la larga abrir la posibilidad de exportar otros productos. Aunque claro, es fácil decirlo si solo nos enfocamos en la parte económica y dejamos de lados las tensiones internacionales y la tendencia ideológica en el área gubernamental de Venezuela, pero estas ya son cuestiones que pintarían de tintes políticos ya bastante gastados al artículo.

Otro factor a considerar es la cultura que en pocas palabras se resume al conjunto de ideas, saberes, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, una época o hasta una clase social dentro de una época en la historia.

Sin buscar mucho se encuentra con bastante facilidad la llamada “viveza criolla”, que no es un carácter genotípico en el venezolano y otros latinoamericanos, sino que este lo aprende de los padres o termina sucumbiendo a la presión y dificultades y recurre a ella, en situaciones como el colarse en una fila, ni siquiera hacer el intento de devolver un teléfono o billetera encontrada en la calle con el pretexto de “lo perdido no tiene dueño”, tomar un lapicero “prestado” y nunca devolverlo, mentir para salir del paso o hasta hacer favores a personas con cargos públicos para luego manipularlas y tratar de acelerar los trámites. Todas estas actitudes afectan en la economía de una u otra forma, al punto que se observa una bizarra devaluación en moneda extranjera dentro del país, algo que se consideraría ilógico pero que cobra sentido cuando ojeas las actitudes de los ciudadanos. Que como siempre, la mayoría errada afectara a la minoría honesta y tratará de convertirla a sus ideales ridiculizando sus actitudes bajo un llamado de supuesta “igualdad”. Aunque el factor cultural no es el único causante de esa devaluación si puede ser considerada como catalizador, no dejando de lado los cambios en los precios de la gasolina, que constituye un enorme golpe al flujo de los movimientos de la cadena de suministros. Más adelante, en concreto a partir del minuto 3, se toca el tema de la sobre producción de billetes y monedas, repitiendo “Si las personas tratan de comprar más bienes de los que se pueden producir el precio se dispara”. En Venezuela, en la época 2015 – 2018 (o hasta finales del 2017 considerando distintas perspectivas) fue cuando fue posible observar este fenómeno actuando con agresividad, por el problema de escases (nuevamente). Sin embargo, la inflación que luego tomó el prefijo “hiper” no llegó a tal nivel solo por esa causa, sino también por la falta de respaldo en el valor de la moneda. Con el crecimiento de las deudas, la incapacidad de producción y venta del recurso por excelencia en Venezuela, el crecimiento inflacionario no era más que una “crónica de muerte anunciada”, aunado a ello, la dificultad para trabajar con monedas extranjeras por las restricciones gubernamentales hacía aún más complicada la búsqueda de alternativas, llevando a que la crónica también incluyera la muerte de muchas empresas, golpe directo al flujo de la cadena de suministros, mucha menos oferta y mayor escases en consecuencia.

A pesar de que los entes gubernamentales tienen enorme influencia en la economía, queda claro que estos son incapaces de asignar precios a los productos, de forma que se aseguren transacciones bajo esas normas. Para el minuto 4, se explica que es el banco de facto es el que tiene la responsabilidad de velar por la estabilidad de precios, asegurándose de que la tasa inflacionaria ronde el rango de 2 a 3%, por medio de constantes análisis al valor de la canasta básica y a los movimientos prestamistas por parte del resto de bancos de la nación, reduciendo o aumentando las libertades de dichos movimientos (generalmente en sus intereses) para mantener una tasa aceptable, pero reconociendo que su poder no es absoluto en el área.

La constante devaluación de una moneda hace que no sean rentables los préstamos, esto, bajo condiciones comunes, se analizaría a largo plazo, sin embargo, cuando la devaluación es tan veloz y monstruosa, es posible ver como alguien pasa de estar endeudado con el banco a ser capaz de pagar toda la deuda con menos de la mitad de su salario en cuestión de un año, por causa de que el monto del prestamos más los intereses no es rival para la enorme inflación. Por eso, en esas situaciones se suelen colocar grandes limitantes y filtros a la hora de hacer préstamos, de modo que su número se reduzca de forma radical. Aunque cuando se acceden a monedas extranjeras estables, se recurre a realizar préstamos basados en el valor de estas, pues aportan más confianza a futuro (siempre y cuando haya libertades de uso).También hay mención a la deflación, que suele ser producida al exceso de oferta que presiona los precios a bajar. Pero que como todo no debe ser en exceso, pues provocaría grandes pérdidas (por expiración) y desperdicio de recursos, además claro de una baja rentabilidad en ciertos procesos automatizados o una tendencia a retrasar inversiones por parte de las grandes empresas.

La historia de la economía no solo la posiciona en el mundo físico y palpable, en la red se han registrados interesantes sucesos dignos de relatar. Uno de ellos sucedió en un juego en línea ejecutado en navegador, llamado Habbo que tuvo un impacto tan enorme que llego a llamar a celebridades para hacer publicidad, a pesar de que el hotel más conocido era el de España (en el que se alojó también gran parte de la comunidad de LATAM), existían también hoteles de otros países, es decir, versiones del juego para cada uno, como el de China, Brasil, Alemania, Francia e Italia. Varios de ellos ya cerrados.

Pero… ¿Dónde entra la economía? Simple, en los aspectos de personaje y muebles (llamados furnys) que requerían una transacción móvil o pago por tarjeta de crédito para ser adquiridos, cuestión que se saturó tanto que llevó a la creación de una moneda llamada “crédito” que dio más libertad al actuar como el dinero, tomando el lugar principal como medio de transacción en lugar del trueque (Hay mención a este tipo de cambios al principio de “El monstruo de la inflación”), sin embargo, antes de esto los mismos jugadores habían creado una moneda por medio de los objetos dentro del juego, por lo que el intercambio/trueque ya no era en función a equidad basada en el tamaño de los muebles sino también al valor que los propios jugadores habían asignado. Como existían muebles con limitado número en existencia, se hacían páginas externas de subastas, en los que el valor se medía en euros o en dólares, oportunidad que hizo que existieran magnates dentro de la comunidad, a niveles bastante sorprendentes, demostrando que los movimientos económicos se manifestarán en todo lugar en los que existan transacciones de bienes o servicios, tangibles o intangibles, no importando el tiempo que transcurra. Y además que la ley de oferta y demanda es tan precisa que puede servir de excelente tutor para ver oportunidades de negocio incluso en comunidades cuyas edades rondaban los 14 a 21 años.